Por Gonzalo Ortega Pineda.
Estimado lector, como es bien sabido, no es ninguna novedad mencionar que el planeta tierra, nuestro único hogar, ya que es el único con los elementos necesarios para propagar la vida, se encuentra en problemas y por ende, todas las especies que lo habitamos nos encontramos en un estado de vulnerabilidad, claro, algunos más que otros. El problema que ha generado cambios tan drásticos en el planeta, son provocados por un mal, un tipo de cáncer que nosotros como seres humanos hemos causado, al que le podríamos llamar cambio climático y que nos pone en peligro. Los síntomas de esta enfermedad planetaria, todos los hemos sentido, en diferente gradiente de intensidad, pero la gran mayoría los hemos sufrido.
Solo basta con rememorar lo sucedido en el mes de julio y analizar las temperaturas tan extenuantes que sufrimos, no solo en nuestra ciudad capital, sino a nivel mundial, ya que de acuerdo con datos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA por sus siglas en ingles), el mes de julio fue el más caliente en la historia moderna, lo que dejo grandes pérdidas económicas y un sin número de fallecimientos de personas a nivel mundial, por el llamado golpe de calor. Por otro lado, tenemos las inundaciones que en lo que va de septiembre se han agudizado en algunas partes del planeta, como lo que paso en Libia, ya que de acuerdo con los reportes de la agencia de noticias CNN menciona que, en este país ubicado al norte de África, ha sufrido de inundaciones severas, donde perdieron la vida alrededor de 5,300 personas y otras 10,000 se encuentran desaparecidas.
Estos fenómenos climáticos, ¿Qué o quienes lo provocan?, lamento informar que somos nosotros mismos, nosotros como sociedad civilizada o moderna, que solo pensamos en consumir para tener un reconocimiento de personas que posiblemente nunca se acuerden de nosotros, o por buscar ser realizados o simplemente lograr un falso estado de felicidad.
El problema del consumos desmedido, está generando una presión sobre el ecosistema, ya que cada día lo lastimamos con la extracción de materias primas, las cuales son transformadas en productos, destinados a satisfacer, no tanto las necesidades, si los caprichos de un porcentaje muy pequeño, digamos alrededor de un 1% de los 8,000 millones de habitantes del planeta, y de otro porcentaje importante que buscan imitar los estilos en cuanto al consumo, sin ser conscientes de los estragos que provocamos sobre nuestro ambiente y que repercuten en toda la población.
Para tener un contexto de lo que pasa a nivel mundial, en cuanto al consumo desmedido se trata, es suficiente ver el reporte de Greempeace, donde se menciona que, la industria textil ocupa alrededor de 93 millones de toneladas al año de recursos no renovables y cerca de 93mil millones de metros cúbicos de agua, que son empleados para producir la ropa que usamos en ese mismo periodo de tiempo, por desgracia, mucha de esa ropa termina como desecho en el desierto de Atacama en Chile, haciéndolo el mayor vertedero de textiles en el mundo, otro dato importante es el que da la ONU medio ambiente, relacionado con un producto que usamos y que genera grandes problemas ambientales, estoy hablando del plástico, ya que en el mundo se producen alrededor de 430 millones de toneladas de este material, del cual el 61% es de plásticos de un solo uso y el 42% termina en los tiraderos municipales sin ser reciclado, y otro porcentaje importante termina en el mar o regado en la superficie terrestre, por lo que se estima que solo se recicla entre el 30% y 40% del material. Otro producto que se lleva las palmas en cuanto a producción es el automóvil, ya que como símbolo del estatus se tiene un estimado de 85 millones de unidades producidas al año, y algunas personas tienen mas de los que realmente necesitan.
Estos números representan una población que entro al juego del consumismo, donde el mercado y el marketing son las manos que mueven la voluntad de las personas, como si fueran las figuras en un tablero de ajedrez, aplicando una estrategia perversa en la que se rehace la identidad de cada individuo, transformándose en un bien de cambio, motivados por una falsa idea de felicidad o bienestar, haciéndonos creer que, entre más cosas tenemos, más caras u ostentosas, seremos mejores, al mismo tiempo que logramos un reconocimiento social, no por lo que somos, si por lo que tenemos. Este mercado nos hace sentir valorados, no por el tipo de persona que soy, pero si por el carro que tengo, el reloj que me compro o la marca de ropa que uso, entre otras cosas.
El problema de esta forma de vivir nos ha orillado a enfermar a nuestro planeta, tal parece que los seres humanos nos hemos formado una visión del mundo hecha no para prosperar, no para ayudarnos entre nosotros o a cualquier especie del planeta, pero si para hacer crecer al mercado, un mercado que nos lleva a una explotación destructora, liderada por un grupo de lideres capturados por la ambición corporativa desmedida con intereses económicos, locales y globales.
Sin duda, estamos frente a un gran reto climático provocado en gran medida por el exceso de consumo de bienes y servicios, pero aún estamos ante la oportunidad de adaptarnos al cambio climático, por lo que, en interpretación de las palabras de José Sarukhán (importante biólogo contemporáneo, que ha realizado grandes aportes a la ecología, en los ramo académico y en político), debemos comportarnos como la especie biológica que la evolución le dio la capacidad de comprender y entender el mundo biológico, físico y social al que pertenecemos, este conocimiento nos da la obligación de realizar acciones que cuiden la salud del planeta, así como el bienestar de todas la especies, lo que implica dar el valor ético y moral mas elevado a los procesos de conservación de nuestro entorno.
Afortunadamente tanto en el ámbito local como regional, existen agrupaciones que hacen el esfuerzo de conservar y fomentar el cuidado de nuestro entorno mediante la educación ambiental, sin duda, aún falta mucha difusión sobre los trabajos que realizan y la forma en que podemos sumarnos, una opción que tenemos para contribuir a lo realizado por estos grupos, es bajar nuestro nivel de consumo, no usar las compras como terapia, es mejor salir y caminar más, usar lo menos posible el auto, separar nuestros residuos, mantener limpio nuestro espacio, cuidar a otras especies, pero sobre todo mostrar respeto por la naturaleza.
Debemos dejar de ser habitantes que solo se rigen por la ley del llamado mercado, y ser habitantes de nuestro entorno biológico, no dar tanta importancia al reconocimiento social que nos obliga a comportarnos como bienes de cambio, debemos dar importancia a lo que realmente importa y lo que quedará en la memoria de nuestros seres queridos, total, ellos no se acordaran de la marca de ropa que usamos, o el auto que teníamos, pero si en como fuimos. Pensemos más en nuestra salud mental y física, busquemos tener un lugar digno para vivir, un lugar donde podamos respirar un aire limpio, aprendamos a apreciar a las personas por lo que son, no por los bienes que tengan.
Con esto no quiero decir que no debamos pensar en mejorar, o seguir una ambición, cada uno tiene libertad de ambicionar cualquier cosa, claro que podemos seguir ambicionando a ser mejores, ya cada persona identificará lo que significa para cada uno, pero siempre debemos ser respetuosos de las leyes y de la naturaleza, si seguimos el camino actual de extracción, consumo llegado al desecho, nos enfrentaremos a serios problemas climáticos, sociales e incluso económicos en un corto plazo, estamos ante una oportunidad de mejorar como sociedad, hagamos un ejercicio de reflexión y hagámonos la siguiente pregunta: ¿Qué tipo de sociedad y medio ambiente quiero que vivan las generaciones futuras?.
Sin duda, es tiempo de reflexionar y de actuar.
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