Gonzalo Ortega PIneda.

Estimado lector, en los últimos años hemos sido testigos de diferentes cambios, no sé, si han pensado en los cambios de la dinámica social, la forma en que nos relacionamos con otras personas, con nuestro entorno e incluso los patrones del comportamiento que se ajustan al mercado, generando una forma de vida en la que las mismas personas nos hemos convertido en un producto, que de igual forma, como lo hace un lápiz, somos usados para satisfacer las necesidades de otras personas, pero conforme avanza el tiempo, estas necesidades se transforman y surgen nuevas, por lo que, se requiere de nuevos productos, o de nuevas personas, con capacidades diversas, que puedan satisfacer al voraz mercado en el que vivimos.

Las personas siempre han tenido una función en la sociedad, pero para fines de este momento, hablaremos de como nosotros nos hemos convertido en un producto. Actualmente nosotros existimos en un plano material y en un plano virtual. En el mundo virtual, regularmente vemos a amigos, visitamos tiendas, hacemos compras, compartimos fotos, entre otras actividades. Pero detrás de esto, existe algo que para la industria es muy valioso, algo que no podemos tocar, nuestros datos. Mientras que algunas industrias contratan a algunas personas para comercializar con su persona física a través de su imagen en campañas publicitarias, para la mayoría de las empresas tecnológicas que ofrecen servicios gratuitos como las redes sociales, la materia prima son nuestros datos personales, del estilo de vida que tenemos o que queremos tener, claro siempre por delante nuestra forma de consumir, estos datos, de manera inconsciente en la mayoría de los casos, los damos sin pensar en las consecuencias.

Los datos son una parte primordial para muchas industrias, lo que nos hace ver y ser un producto de gran interés para algunas compañías, las cuales se encargan de recopilar esa información para ofrecernos como productos a otras compañías o personas. Aunque desde el 2010 existe la Ley Federal de protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares (LFPDPPP), tal parece que no se cumple, ya que es común recibir correos electrónicos, llamadas, mensajes de compañías ofreciendo algún producto o servicios y tú nunca te inscribiste ni diste los datos a esas compañías, lo que hace pensar, de donde obtuvieron esa información.

Somos un producto más en el mercado, un ejemplo son los corredores de datos. Estos corredores son empresas que se encargan de recolectar los datos personales de diferentes plataformas, haciendo un análisis de estos para poder ofrecerlos a diferentes empresas, con la finalidad de hacer llegar publicidad dirigida, tanto del mercado como de preferencias electorales, sexuales, de compra, afinidades ideológicas, entre otras.

Para tener una idea de la importancia que tienen en el mercado los datos personales, así como  la forma en que navegamos por el mundo virtual, la información que dejamos en las redes y en las paginas de internet sobre nuestro estilo de consumo, según la información de Oracle y Datalogix en el 2014, ellos proporcionan información con un valor aproximado de $2 billones de dólares en gasto que hacen los consumidores de alrededor de 1,500 socios de datos que son obtenidos de 110 millones de hogares, para impulsar las ventas dirigidas de sus clientes, estos datos son lo que nosotros mismo  dejamos, así que, si pensamos que nuestra información no le puede interesar a nadie, estamos equivocados.

Esto nos da una idea del valor que tienen los datos de las personas para las empresas, desgraciadamente las mismas personas, no valoramos nuestra información personal y aceptamos en cualquier momento que las empresas comercialicen con ellos. Esto sucede desde el momento en que damos aceptar a los términos y condiciones de las diferentes páginas de internet. Para muchas de las empresas, nosotros no somos personas, solo somo un producto y comercializan con el intangible que nosotros mismos les damos, sin querer les estamos dando a ganar muchos millones, sin que veamos retribuido en nuestra bolsa ningún centavo.

El que las empresas den ese valor a nuestra información, motiva que exista más consumidores que se transforman en un producto, mientras más consumo hagamos en las diferentes tiendas, más uso hagamos de las tarjetas, compras en línea, más información podrán recolectar y ofrecer al mercado. Ante esto, rescato la idea de Bauman, un pensador audaz sobre el tema sociopolítico que en su obra llamada Vida de consumo, hace referencia a un grupo social considerado consumidores fallidos,  los cuales se encuentran en el rango de personas pobres o por debajo de la línea de pobreza, personas que no pueden elegir como el resto de la población considerada producto no fallido, ya que, los que se encuentran en el rango superior a la pobreza, pueden consumir, por lo tanto aportan datos e información que monetizan las industrias.

Ante esta situación, el poder comprar se vuelve el propósito principal del mercado, cuya acción de consumo en una sociedad donde el consumismo, no es alcanzar la satisfacción de las necesidades que nos permitan tener una vida digna, si no, reconvertir al consumidor en un producto, elevando el rango de consumidores a bienes de cambio vendibles, que se intercambian entre las grandes industrias. Me parece que es momento de hacer una reflexión sobre lo que estamos haciendo, como empresas y como sociedad, sobre el valor que le estamos dando a nuestra información personal.

Estimado lector, es momento de fomentar una cultura de la protección de datos, conocer las leyes que nos respaldan para que, estas sean aplicadas. Sin duda, es una época en la que debemos hacer algo para proteger nuestros datos de los grandes corporativos, bloqueando algunas funciones de nuestros equipos informáticos, veamos que aceptamos en las redes, antes de navegar por una pagina de internet, verificar que información es la que queremos compartir y cual no. Nos queda un gran camino por recorrer, pero siguiendo algunas recomendaciones de privacidad digital, daremos un gran paso.

Nos leemos en la siguiente.